La batalla se ve precedida por un vistoso parlamento entre el rey moro, Ceyt Abuceyt, y el rey cristiano, Fernando III el "Santo", los cuales ante la imposible reconciliación empujan a sus tropas hacia la batalla, mientras la Cruz, en lo alto de su cuesta, presidiendo el magnífico campo de batalla, espera se dirima la pelea, para descender majestuosa a su baño en las aguas del Templete.
Se trata de una de las escenas más sugerentes de las Fiestas: los reyes preparados, rodeados por sus respectivas huestes con espadas, alfanjes, estadartes y banderas, mientras la Cruz preside la escena.
La escenificación se vive con intensidad y los espectadores, atentos al discurrir de las estrofas, participan con aplausos de repulsa y aprobación.
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